Tres lugares de procedencia: Valencia, Benifaió y Picassent. Dos automóviles: una furgoneta y un coche. Dos rutas. ¿Dónde nos encontramos para ir juntos hacia nuestro destino? Sí, en el párking del Establecimiento Penitenciario: ¡qué original! Yo diría: ¡qué práctico! porque todos conocemos ese lugar donde arriban los dolores de tantas familias para enfrentarse al duro encuentro con sus seres queridos.

Gracias a Dios el excelentísimo Ayuntamiento de esta bonita villa, Callosa d'En Sarrià, nos concedió la entrada GRATIS al reciento acuático, la cual cosa le agradecemos sinceramente desde este espacio de comunicación. La comida la llevábamos, así que el gasto fue escaso.

Todo un montaje entre natural y retocado por la mano del hombre, que hacía de la zona, un lugar realmente atractivo. En Benidorm debe hacer mucho calor y además debe residir mucha gente... Gente es el término clave: muchas personas, para arriba y para abajo, tirándose de una plataforma, usando todos los espacios de río y de ribera posibles. Un chorro de no parar: de agua que bajaba y de gente que bullía.
Tras remojarnos un buen rato, el estómago llamó al plato; y como la comida estaba en el aparcamiento, procedimos a subir al cerro. La zona de pícnic ocupada, excepto una mesa solitaria. Tomamos la decisión: a por ella, sin compasión. Gustamos buenos bocatas, aceitunas, tramussos y papas. Jamón, queso, salchichón y chorizo; latillas de atún, pulpo, berberechos, gazpacho... ¡qué bueno todo, chiquillo! Comimos bien y hasta postre tuvimos y buena amistad hasta que nos fuimos. Una promesa de tomar café, alteró la paz y puso a prueba la fe...

Vueltos a la zona de agua, indagamos nuevos rincones: unos el deporte nacional (siesta) y otros a nadar como tiburones. La última cascada que vimos era la más impresionante: parecía una cola de caballo que sonaba incesante, y lanzaba curso abajo, un oleaje elegante, que reconocía sin duda a esta gente de Alicante, no sólo su ingenio sino su atrevimiento y empaque.
Ya es tarde compañero, la tarde cae y acecha la noche; no te preocupes compadre, que la vuelta es en coche. Sanos y salvos regresamos a nuestros hogares, contentos de saber, que la amistad es lo que vale y las alegrías de un día que seguro será inolvidable.
por fray Javier, O. de M.
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