
A principio del mes de Agosto, suena el teléfono, martes, 11 de la noche:
- ¿Te apetece venir con los chicos del piso de excursión mañana?
- ¡Perfecto! ¿Qué hay que llevar?
- Traje de baño, pues iremos en barco y tomaremos el baño.
Con estas premisas quién iba a pensar que acabaríamos en Cofrentes. Alguno de los chicos se trajo hasta el equipo de buceo, pues 'traje de baño y barco'... directamente al mar, jeje. Pues no. Almuerzo, visita al castillo, un relajante paseo en barca por el pantano de Cofrentes, comida esta vez en el restaurante y luego nos 'colamos' en la piscina del balneario, con permiso de uno de sus empleados. ¡Qué sensaciones! ¡Qué primera experiencia, cómo disfrutaron, cuánto hablamos, con qué facilidad nos comunicamos!
Poco a poco nos fuimos conociendo, y Javier, con cuanto rigor supo organizar esta salida. La incógnita de los espacios a descubrir fue la premisa: nunca sabíamos cuál era el destino de la semana siguiente.
¿Qué os puedo contar? Ya sabéis como son todos ellos: la diversión estaba garantizada. Eso sí esta vez Javier nos sorprendió para comer con un Picnic: bocatas, aceitunas, aperitivos, refrescos, incluida nevera, y vaya arte de nevera (un cajón de plástico con ruedas lleno de botellas de agua congelada refrigerando el resto de bebida). Y como siempre, nuevas experiencias a partir de una pequeña convivencia, sin distintivos, sin etiquetas, simplemente personas .

Y todo esto preguntaréis: ¿para qué? Muy sencillo. Con una sola finalidad: que sepamos disfrutar sin tener que recurrir a cosas innecesarias, a cosas a las cuales no podemos acceder y que simplemente para pasarlo bien, hacen falta, unos buenos amigos, un lugar divertido, atractivo y ganas de estar juntos, de escuchar y que nos escuchen, de ayudar y que nos ayuden, de enseñar y aprender. En definitiva, de querer.
Víctor Aguado, voluntario de Pastoral Penitenciaria
(Enfermería y Despacho del SEPVAL)
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