sábado, 2 de febrero de 2013

No habría olivo mejor plantado...

            Pasados unos días después del ajetreo de las fiestas de Navidad y Año Nuevo, nos vamos reintegrando a nuestra tarea diaria.

En mi caso, y entre otros, ha sido el reencuentro con los internos de los módulos 25, 26, 29, 30 y 31, a los que prestamos un especial apoyo con nuestras visitas semanales. Tenemos 20 posibles asistentes.

Ha sido también el reencuentro con la hermana Mariví, teresiana, mi compañera de voluntariado,  con la que comparto las dos horas, cada semana, de acudir, escuchar y hablar con ellos. Su experiencia, formación y dominio de los temas, hacen que el tiempo se nos pase casi sin darnos cuenta.

Después de varias formas de llamada, hemos optado por la de acudir a los diversos módulos, hacer que los llamen personalmente por sus nombres, agruparlos y acudir a la sala de reuniones en el módulo 30.

Algunas veces, humanamente, nos sentimos muy confortados, por la asistencia de 8 internos o alguno más. Otros días nos duele el corazón de que sólo acudan dos, y por poco tiempo. Nos cuesta entender que sólo Dios sabe lo que ocurre, y que siempre las cosas son para bien, aunque no lo entendamos del todo.

Nos es muy gratificante el tiempo que dedicamos a ellos. Rezan con sentimiento y hablan de Jesús, como muchas veces los cristianos «normales» de la calle somos incapaces de hablar de Él entre nosotros. Se apoyan mutuamente, tanto en las reuniones como luego en los módulos. En algunos momentos tienes la sensación de estar viviendo las etapas de inicio del cristianismo.

Nuestro trabajo, aunque a veces parece arduo de encauzar, creo que es de ser herramientas de Dios, y Él, casi sin que nos demos cuenta, nos va guiando y llevando a realizar todos aquellos asuntos en los que hace falta nuestra labor y nuestro trabajo.

No debemos descuidar el contacto con nuestra formación, así  como el compartir con los demás voluntarios nuestras vivencias. ¡Qué sería de todo esto sin la dedicación, colaboración y entrega de los sacerdotes, que vemos cómo entregan todo su tiempo a estas atenciones!

No quisiera terminar, sin hacer una mención a todas las personas que nos facilitan y colaboran con nosotros, bien directamente, como indirectamente, como funcionarios y funcionarias, jefes de servicio, encargados de las Áreas, así como el equipo de Dirección del Centro.

Otros y otras voluntarios y voluntarias dedican su tiempo a diferentes actividades que se realizan tanto dentro como fuera de la prisión, ya que si solo dos personas podemos hacer algo, ¿cuánto se está realizando con las más de 95 personas que colaboramos en todo?

Nuestro grato recuerdo al padre Ximo, (para permanencia de nuestro recuerdo y cariño,  yo sugeriría la plantación de un olivo en la zona central de la prisión). NO HABRÍA OLIVO MEJOR PLANTADO. Siempre ahí, en el recinto penitenciario, lugar en el que estaban el corazón y la entrega del padre Ximo.

Un saludo,

José Fco. Arcís,
voluntario del Área Religiosa

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