Pasados unos días
después del ajetreo de las fiestas de Navidad y Año Nuevo, nos vamos
reintegrando a nuestra tarea diaria.
En mi caso, y entre
otros, ha sido el reencuentro con los internos de los módulos 25, 26, 29, 30 y
31, a los que prestamos un especial apoyo con nuestras visitas semanales. Tenemos
20 posibles asistentes.
Ha sido también el
reencuentro con la hermana Mariví, teresiana, mi compañera de
voluntariado, con la que comparto las
dos horas, cada semana, de acudir, escuchar y hablar con ellos. Su experiencia,
formación y dominio de los temas, hacen que el tiempo se nos pase casi sin
darnos cuenta.
Después de varias
formas de llamada, hemos optado por la de acudir a los diversos módulos, hacer
que los llamen personalmente por sus nombres, agruparlos y acudir a la sala de
reuniones en el módulo 30.
Algunas veces,
humanamente, nos sentimos muy confortados, por la asistencia de 8 internos o
alguno más. Otros días nos duele el corazón de que sólo acudan dos, y por poco
tiempo. Nos cuesta entender que sólo Dios sabe lo que ocurre, y que siempre las
cosas son para bien, aunque no lo entendamos del todo.
Nos es muy
gratificante el tiempo que dedicamos a ellos. Rezan con sentimiento y hablan de
Jesús, como muchas veces los cristianos «normales» de la calle somos incapaces
de hablar de Él entre nosotros. Se apoyan mutuamente, tanto en las reuniones
como luego en los módulos. En algunos momentos tienes la sensación de estar
viviendo las etapas de inicio del cristianismo.
Nuestro trabajo,
aunque a veces parece arduo de encauzar, creo que es de ser herramientas de
Dios, y Él, casi sin que nos demos cuenta, nos va guiando y llevando a realizar
todos aquellos asuntos en los que hace falta nuestra labor y nuestro trabajo.
No debemos
descuidar el contacto con nuestra formación, así como el compartir con los demás voluntarios
nuestras vivencias. ¡Qué sería de todo esto sin la dedicación, colaboración y
entrega de los sacerdotes, que vemos cómo entregan todo su tiempo a estas
atenciones!
No quisiera
terminar, sin hacer una mención a todas las personas que nos facilitan y
colaboran con nosotros, bien directamente, como indirectamente, como
funcionarios y funcionarias, jefes de servicio, encargados de las Áreas, así
como el equipo de Dirección del Centro.
Otros y otras voluntarios
y voluntarias dedican su tiempo a diferentes actividades que se realizan tanto
dentro como fuera de la prisión, ya que si solo dos personas podemos hacer
algo, ¿cuánto se está realizando con las más de 95 personas que colaboramos en
todo?
Nuestro grato
recuerdo al padre Ximo, (para permanencia de nuestro recuerdo y cariño, yo sugeriría la plantación de un olivo en la
zona central de la prisión). NO HABRÍA OLIVO MEJOR PLANTADO. Siempre ahí, en el
recinto penitenciario, lugar en el que estaban el corazón y la entrega del
padre Ximo.
Un saludo,
José Fco. Arcís,
voluntario del Área Religiosa