miércoles, 11 de enero de 2012

La Providencia y el tabaco

A eso de las 18:28 h. de la tarde, el Jefe de Servicios de la Unidad de Preventivos se me acerca y me pregunta:
- Buenas tarde, P. Javier. ¿Tiene tabaco?
A lo que como no fumador y por venir de donde venía la pregunta me quedé sorprendido y casi bloqueado por no saber qué contestar. Lo cierto es que no llevo nunca tabaco encima, por principio y por coherencia con lo que les pido a los voluntarios.
- ¡Feliz Navidad! -le dije para ganar unos segundos... Y el Espíritu, que SIEMPRE está atento a las situaciones embarazosas que se nos presentan, me ayudó a decir:
- ¿Cuántos paquetes quiere?
- ¿De verdad que puedes conseguir algo de tabaco?
- De verdad, de la real. Tanto como salir de prisión, coger mi tarjeta de peculio, volver a entrar, acercarme a un economato y comprarlo.
- Pues no veas cómo te lo agradezco. Muchísimas gracias, de verdad.

Así quedamos. Resulta que en el módulo 19, un módulo de especial seguridad, donde viven en celdas individuales los llamados FIES (Fichero de Internos de Especial Seguimiento), estaban un poco de 'bajón' por el cercano fin de año. Este agradable y humano Jefe nos autorizó a 2 voluntarias y a mí a acercanos a ese módulo para llevarles, en principio, algo de tabaco.

Siempre dejo la cartera en el coche pero la Providencia insistía en facilitar las cosas. De este modo no tuve que salir porque tenía la cartera en la chaqueta, pero me faltaba la tarjeta de peculio... Pero estaba abierto el economato del Módulo 29 en el que se puede comprar también con dinero. El Señor todo lo calcula.

Armados de turrón, postales en blanco con sobre, postales escritas que felicitan a los internos y un paquete de tabaco para cada interno, nos dirigimos al módulo 19. La guardia de funcionarios de esa tarde nos atendió de maravilla facilitándonos el reparto de forma individual en cada celda a cada preso y en la cancela a los 4 que estaban en uno de los patios de este módulo.

Reconozco que fue una experiencia muy bonita. A Mamen e Isabel les impactó. Quizá el acostumbrarnos a este tipo de régimen hace que no lo veamos tan delicado pero ¡qué duro es ver a una persona presa! ¡Y cuánto más aislada! Sacamos fuerzas de donde pudimos e iniciamos una peculiar caravana de ilusión y sorpresas. Nadie nos esperaba pero allí estábamos. Mayor la emoción por parte de estos hombres.

Sus caras lo decían todo: gracias. Emociones, suspiros, respiración profunda, satisfacción, consuelo, aliento... todo en poco tiempo pero suficiente para mirarnos y reconocer su dignidad que ni cancrejo ni cancelas puede arrebatarles.

- Te pareces mucho a mi abuela -le dijo uno a Isabel.
- Pues me alegro mucho. Ves cómo Dios es tan bueno que me ha traído hoy hasta tí, para que te acuerdes de tu abuela que te quiere muchísimo.
Ya de vuelta en el coche llegaron las reflexiones... «Con lo que he vivido esta tarde ya tengo 'material' para meditar, profundizar y rezar».

P. Javier Palomares, Director del SEPVAL

martes, 10 de enero de 2012

Villancicos entre rejas

Si algo nos hermana en estas Santas Fiestas de Navidad con los hermanos de América y Portugal es el canto de los villancicos. Parece que estos cantos populares tal como los conocemos hoy surgieron hacia la segunda mitad del siglo XV en las villas (por ello 'villancico' que viene de villano), durante el renacimiento como una evolución de formas musicales populares mucho más antiguas. Estos cantos breves, populares, rústicos, con contenido religioso en su mayor proporción, van relatando el misterio del Nacimiento e Infancia de Jesús; los primeros años del Redentor del mundo.

Algunos son aunténticas obras de arte que en pocas líneas dicen mucho (a modo del Ev. de san Juan). Por ejemplo hay un estribillo que reza: 'Envidia tienen las fuentes del color de su carita divina. Y yo estoy viendo en la frente de mi Dios una corona de espinas. ¡Qué dolor! Una corona de espinas'. La belleza de la composición refleja la profundidad de la fe popular y la 'alta teología' que ven la unidad del recién nacido, el Enmanuel (Dios-con-nosotros), con el Cristo Redentor.

No sólo relatan los misterios de la Infancia del Divino Pastorcillo sinó que los villancicos nos alegran y sirven para felicitarnos y desearnos cosas buenas en estas pascuas santas. 'Feliz Navidad (3), próspero año y felicidad' era el villancico que cerraba el repertorio que durante 3 días hemos ido ofreciendo a muchos módulos. Quince en concreto.

Gracias a un grupo considerable de voluntarios (veteranos y nuevos), junto al grupo de jóvenes universitarios de la UCV y el coro de Capellanía, hemos pasado, en dos mañanas, por 11 módulos de la Unidad de Cumplimiento y una tarde por 4 módulos de la Unidad de Preventivos, cantando villancicos, deseando unas felices fiestas y repartiendo turrón previamente cortado por feligresas de la parroquia Ntra. Sra. del Puig de Valencia.

La rúa de villancicos-alegría-felicidad iba cantando por los pasillos de la prisión. Llegaba a un módulo y entraba al comedor colocándose de tal forma que los internos pudieran ver y escuchar bien. Los señores funcionarios avisaban del acto que se realizaba en el comedor y, libremente, subían los que querían escuchar villancicos o cantar con nosotros. Al principio explicábamos un poco el porqué de ese acto y seguidamente el repertorio de villancicos típicos invitándoles a cantar también a ellos. A mitad de 'concierto' un voluntario o capellán decía unas palabras de aliento y felicidad para los presentes y el resto de voluntarios distribuían turrón que diferentes parroquias y la escolanía de la Mare de Déu, nos han hecho llegar.

Lo cierto es que se formó un grupo compacto. No había distinción entre presos y libertos. La música nos unió, la misión de levantar los ánimos nos hermanó. Fue otro éxito de esta Pastoral que cree y apuesta por la reinserción, las nuevas oportunidades a todos. Cerca de 450 internos escucharon y aplaudieron a los voluntarios y compañeros que les cantaban emocionados, con intensidad, con el corazón.

Gracias a Dios, a los funcionarios, a los voluntarios y a los internos, todo salió según lo previsto sin tener que lamentar ningún incidente. Se pueden hacer pequeños gestos que resultan ser grandes gestas.

Fin de año en el Centro Penitenciario de Valencia

Las fechas navideñas son señaladas en el C. Penitenciario, en especial Noche Buena y Noche Vieja, ya que es cuando los internos se acuerdan más de sus familiares y es ahí, donde los voluntarios deben desplegarse para hacer un poco más llevadera la vida en prisión, en especial aquellos voluntarios que los conocen y trabajan con ellos durante todas las semanas del año.



Por ello, este año, decidimos que se podrían llevar a cabo dos nuevas celebraciones en el calendario de Navidad el día de fin de año.  Por un lado se realizó una merienda con internos del módulo 14. Es un módulo de jóvenes donde no hay chicos mayores de 23 años. Varios voluntarios que acuden asiduamente a realizar el taller con los chavales, junto con el Capellán hicimos una “fiesta de fin de año” en la que comimos y bebimos juntos, compartimos experiencias, anécdotas y sobre todo, en la que no faltaron sonrisas. Algunos de los internos, se arrancaron a cantar  y a tocar la guitarra. ¡Son unos artistas!

Más tarde, se les animó a “dar gracias”. Casi todos dieron las gracias al grupo de voluntarias que van todas las semanas a hacer el taller, por haberles hecho esta “mini celebración” (que para ellos fue enorme) y al Padre Javier, por comprenderlos y por su ayuda sin fin.

La tarde pasó muy rápida, llegó la hora de la despedida y de las fotos. En su cara se reflejaba una tristeza especial, que no era como la del resto de semanas, volvían a la realidad de sus vidas, con un sabor agridulce en la boca.

Tras la merienda con los jóvenes nos fuimos al Módulo 1, allí la acogida fue espectacular. Solo estuvimos dos voluntarias (Lucía y yo) y el padre Javier. De los tres, los internos, solo lo conocían a él pero a los cinco minutos de estar allí, hicieron que nos sintiéramos tan a gusto… como si estuviéramos en casa. Las horas volvieron a transformarse en minutos.

Pudimos preparar con ellos las mesas de la cena, colocar las bandejas y el “picoteo” que habíamos llevado, y por primera vez un grupo de voluntarios podía cenar dentro de la prisión. Durante la cena estuvimos conversando y compartiendo experiencias, de las que me llevo un sinfín de riquezas. Hay que destacar la felicidad que se reflejaba en sus caras, nos regalaron millones de sonrisas y siempre con palabras de agradecimiento en sus bocas.

Tras la cena, en la sala de ocio, se había preparado cotillones, música, y bombones para todos. Estuvimos cantando, bailando y haciendo coreografías con una participación del 100% de los internos, pero llegó, otra vez el momento de la despedida. A las 21:30 horas se nos acabó el permiso. Ellos debían volver a sus habitaciones y nosotros teníamos que salir del Centro. Así fue, como entre lágrimas de emoción y tristeza, miradas de cariño  y palabras de aliento y agradecimiento sin cesar, nos despedimos de ellos.

Personalmente, me impresionó la gran acogida que tuvimos en el Módulo 1. Cómo un grupo de tres personas, que no conocen de nada, con un gesto tan simple como es cenar con ellos… ¿puede hacerles sonreír tanto? Ellos son los grandes protagonistas de esta andadura que hemos comenzado, con mucha ilusión, y que solo consiste en dignificar la vida del preso, creando un ambiente familiar, festivo, como merece cualquier persona en las fechas navideñas.

Mamen Moreno, voluntaria del SEPVAL
y realizando prácticas en Obra Mercedaria de Valencia

lunes, 9 de enero de 2012

Decoración de módulos

Durante los 4 días programados para preparar la decoración de los módulos un grupo reducido de voluntarios y los usuarios del piso de acogida de Obra Mercedaria, se 'artaron' de dibujar siluetas y recortar estrellas, en cartón y papel de regalo, tiras para hacer cadeneta, siluetas de un nacimiento, entre otros, creando un ambiente acogedor en el bajo de la asociación Obra Mercedaria de Valencia.

La falta de voluntarios hizo que las chicas de prácticas junto a los chicos de Obra Mercedaria, tuviesen que volver a la carga la semana siguiente para que todos los módulos que íbamos a decorar tuviesen el material necesario.

Y llegó el momento de poner color al Centro Penitenciario y C.I.S. Como hay 36 módulos en el C.P. de Valencia, optamos por ayudar a decorar a los módulos que consideramos más 'desfavorecidos' o 'restrictivos', que tal vez cuentan con menos actividades tratamentales, viven en un régimen más controlado y cerrado o son espacios de especial dolor, como lo es la enfermería.

Así se pudo decorar: los módulos 14 y 15 donde viven los jóvenes de la prisión; el módulo 23, 24, 27 y 28 de hombres de la Unidad de Preventivos; el módulo 20 de mujeres en la Unidad de Preventivos; la zona de enfermería con su módulo de mujeres (A) y los dos de hombres (B1 y B2). En el segundo residen enfermos mentales. En la Unidad de Cumplimiento se decoraron los módulos de hombres: 5 y 7, y el módulo 2 de mujeres. No faltó nuestra presencia en el Centro de Inserción Social (C.I.S.) Torre Espioca o tercer grado. 14 presencias liberadoras.

A la hora de decorar contamos con la colaboración de algunos voluntarios habituales, de algunos voluntarios que han realizado el curso de formación inicial y varios alumnos de la Universidad Católica de Valencia.

Los protagonistas: los internos.
Aunque se trabajó mucho los días previos para que todo el material estuviese a punto, la idea de la decoración de los módulos no era que los externos decorasen. Los voluntarios proponían a los internos del módulo las ideas de decoración: cadeneta, estrellas, estrellas tridimensionales de cartón, corona decorativa, collage del Nacimiento y árbol de Navidad. Fueron los internos de cada módulo que voluntariamente se ofrecieron para decorar sus comedores. Participaron cerca de 200 presos contando que en varios de los módulos decorados son de 5 ó 10 internos.

¡Cómo cambian los espacios! ¡Qué artista llevan dentro! Un gesto tan sencillo dignificando al preso que decora y contribuyendo a crear un ambiente familiar, navideño, festivo,  para el resto de compañeros. Varios de los módulos quedaron tan bonitos que eran dignos de un premio.