martes, 29 de noviembre de 2011

Como si hubieran estado en libertad muchos años...

El pasado miércoles 26 de octubre, celebramos una de las salidas programadas que mensualmente se llevan a cabo por la Pastoral Penitenciaria de Valencia con internos del C.P.Valencia a la que asistimos un total de 21 participantes entre voluntarios, internos y capellanes.
A las nueve y media salimos en dirección a Sollana donde subimos al tren que nos llevó a Cullera donde una vez bajamos, nos llevó a la última parada el autobús municipal que era la del Faro. Desde allí, después de dar cuenta de unos sabrosos bocadillos de tortilla a la española (de patatas) elaborados por dos voluntarias-amas de casa de Benifayó, iniciamos la excursión siguiendo las señalizaciones del PR-CV 336 de la Senda de la Lloma, en dirección sur. Comenzando la subida llegamos al Volcán, yacimiento arqueológico perteneciente a diferentes épocas de la historia, desde el Paleolítico hasta los Íberos. Continuamos subiendo hasta una meseta donde encontramos una mesa interpretativa con información sobre los diferentes paisajes del lugar y nos reagrupamos.
Desde aquí seguimos por la loma de la montaña de Cullera que nos lleva en dirección al Castillo-Santuario con la observación de unas panorámicas excepcionales: bahía, playas, marjal, huertas, pinadas.

Llegamos al punto más alto de la montaña (234 m.). Continuamos hacia el sur pasando por la “bola” (radar meteorológico y parque de antenas) y por último llegamos al Castillo de Cullera, declarado Bien de Interés Cultural donde una vez reagrupados de nuevo, se lleva a cabo un tiempo de Oración conjunta (y al mismo tiempo de descanso). Una vez recuperados, continuamos bajando hasta la plaza del Santuario o Albacar desde donde se visualiza el trazado antiguo de la ciudad y observamos los numerosos enclaves naturales de la zona sur del municipio: el Río Júcar, la Laguna del Estany, los arrozales, etc. En varios puntos de la ruta los hermanos de intendencia nos han ido reconfortando.
Continuamos nuestro trayecto y descendemos por el Vía Crucis, camino del Calvario, una vez finalizado este llegamos a la Plaza del Mercado desde donde nos desplazamos al restaurante a dar cuenta de la comida que Cáritas de la Parroquia de los Santos Juanes nos invitó. Pudimos descansar un rato. Después salimos de paseo por la orilla izquierda del Río Júcar, el puerto y su lonja de pescado hacia la playa cercana a la desembocadura del río, donde los dos más atrevidos se bañan en el mar. Continuamos de paseo por la playa hasta un bar donde refrescarnos a la espera del autobús municipal de nos devolverá a la estación de Renfe, llegando a Sollana a las seis y media de la tarde subiendo a los coches y regresando al Centro Penitenciario donde llegamos sobre las siete de la tarde.
La experiencia, tanto para los internos como para los voluntarios ha sido muy positiva, por una parte los internos cuyo comportamiento ha sido ejemplar integrándose tanto entre ellos que no se conocían como entre los voluntarios, en todas las actividades que se han llevado a cabo como si siempre hubieran estado en libertad a pesar de que llevaban bastantes años sin salir del centro.
Lo admirable de su comportamiento es que salen de un mundo complejo y difícil en sí mismo, de un lugar que plantea muchas cuestiones, darse cuenta de que durante el día de hoy han pasado de ser personas privadas de libertad, que han podido hacer daño, la mayor parte de ellos, porque han recibido mucho daño desde pequeños, con sus sufrimientos, esperanzas, sueños, buenos deseos, a ser personas acogidas en libertad, sintiéndose reintegrados (aunque por poco tiempo) y humanizados, tratados como a personas (que lo son) y por que lo son dignas de respeto, de comprensión y de acompañamiento y búsqueda de medios eficaces para su rehabilitación y refuerzo en lo mejor de ellos mismos.
Lo mejor y que más nos llega a los voluntarios, es que recordamos en cada una de nuestras actividades con ellos que en la cárcel está el Señor, que él estuvo preso y fue juzgado injustamente por los poderes civiles y religiosos de su tiempo. Que en la cárcel hay cristianos que viven su fe y la celebran. Los apóstoles y muchos seguidores de Jesús a lo largo de la historia han experimentado en propia carne el mundo de la cárcel. Por ello intentamos hacer presente el Evangelio como espacio de liberación intentando hacer visible el amor incondicional de Dios por con sus hijos más desamparados.
Ha sido como voluntario, muy gratificante la experiencia que confirma la opinión ya adquirida de mi primera salida del pasado mes de junio a Xàtiva y que pienso continuar colaborando, dentro de lo posible en las sucesivas salidas que se programen.

Benifayó, 17/11-2011

Paco Arcís, Voluntario de Pastoral Penitenciaria

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