martes, 10 de enero de 2012

Fin de año en el Centro Penitenciario de Valencia

Las fechas navideñas son señaladas en el C. Penitenciario, en especial Noche Buena y Noche Vieja, ya que es cuando los internos se acuerdan más de sus familiares y es ahí, donde los voluntarios deben desplegarse para hacer un poco más llevadera la vida en prisión, en especial aquellos voluntarios que los conocen y trabajan con ellos durante todas las semanas del año.



Por ello, este año, decidimos que se podrían llevar a cabo dos nuevas celebraciones en el calendario de Navidad el día de fin de año.  Por un lado se realizó una merienda con internos del módulo 14. Es un módulo de jóvenes donde no hay chicos mayores de 23 años. Varios voluntarios que acuden asiduamente a realizar el taller con los chavales, junto con el Capellán hicimos una “fiesta de fin de año” en la que comimos y bebimos juntos, compartimos experiencias, anécdotas y sobre todo, en la que no faltaron sonrisas. Algunos de los internos, se arrancaron a cantar  y a tocar la guitarra. ¡Son unos artistas!

Más tarde, se les animó a “dar gracias”. Casi todos dieron las gracias al grupo de voluntarias que van todas las semanas a hacer el taller, por haberles hecho esta “mini celebración” (que para ellos fue enorme) y al Padre Javier, por comprenderlos y por su ayuda sin fin.

La tarde pasó muy rápida, llegó la hora de la despedida y de las fotos. En su cara se reflejaba una tristeza especial, que no era como la del resto de semanas, volvían a la realidad de sus vidas, con un sabor agridulce en la boca.

Tras la merienda con los jóvenes nos fuimos al Módulo 1, allí la acogida fue espectacular. Solo estuvimos dos voluntarias (Lucía y yo) y el padre Javier. De los tres, los internos, solo lo conocían a él pero a los cinco minutos de estar allí, hicieron que nos sintiéramos tan a gusto… como si estuviéramos en casa. Las horas volvieron a transformarse en minutos.

Pudimos preparar con ellos las mesas de la cena, colocar las bandejas y el “picoteo” que habíamos llevado, y por primera vez un grupo de voluntarios podía cenar dentro de la prisión. Durante la cena estuvimos conversando y compartiendo experiencias, de las que me llevo un sinfín de riquezas. Hay que destacar la felicidad que se reflejaba en sus caras, nos regalaron millones de sonrisas y siempre con palabras de agradecimiento en sus bocas.

Tras la cena, en la sala de ocio, se había preparado cotillones, música, y bombones para todos. Estuvimos cantando, bailando y haciendo coreografías con una participación del 100% de los internos, pero llegó, otra vez el momento de la despedida. A las 21:30 horas se nos acabó el permiso. Ellos debían volver a sus habitaciones y nosotros teníamos que salir del Centro. Así fue, como entre lágrimas de emoción y tristeza, miradas de cariño  y palabras de aliento y agradecimiento sin cesar, nos despedimos de ellos.

Personalmente, me impresionó la gran acogida que tuvimos en el Módulo 1. Cómo un grupo de tres personas, que no conocen de nada, con un gesto tan simple como es cenar con ellos… ¿puede hacerles sonreír tanto? Ellos son los grandes protagonistas de esta andadura que hemos comenzado, con mucha ilusión, y que solo consiste en dignificar la vida del preso, creando un ambiente familiar, festivo, como merece cualquier persona en las fechas navideñas.

Mamen Moreno, voluntaria del SEPVAL
y realizando prácticas en Obra Mercedaria de Valencia

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