sábado, 9 de abril de 2011

ABRIENDO CAMINOS:

REFORMAS LEGALES Y HUMANIZACIÓN DEL SISTEMA PENAL
XIV Jornada del Área Jurídica de la Pastoral Penitenciaria
Cuando uno piensa que va a ver al Coordinador Nacional del Área Jurídica de la Pastoral Penitenciaria de la Conferencia Episcopal Española... ¡arf!, ¡arf! -te quedas sin aliento solo con el título- puedes pensar que vas a estar con alguien importante, y por lo tanto, si no adusto, cuando menos, distante. Voy un poco cohibido. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. Todo fue cercano, ameno y sabroso.

No sé por dónde empezar. Convivir con la gente es algo maravilloso, pero compartir criterios correctamente asentados y experiencias del bien hacer es algo con lo que uno no se tropieza todos los días. Oír hablar a un juez que sabe, y está dispuesto a contar cosas, puede ser un disfrute jurídico difícil de encontrar en esos supermercados del derecho que tienen en el frontón la estatua de la señora de espada y balanza que por nombre llevaba el de Astrea. Para mí la Jornada ha sido un premio. Para ser exactos, varios premios. Oséase: una gozada.

Dormir en un convento ya es algo bueno. Intrínsecamente relajante; supone un paréntesis porque lo que allí dentro se respira es amor, trabajo hecho con cariño destilado por la entrega vocacional... casi nada. Eso tampoco abunda extramuros. El convento tenía un espacioso jardín con un ciprés siciliano y un pino laricio que me dejaron boquiabierto, además de una parra que debe ser pariente cercano de las que vio Noé. Ítem más también le salvó la vida a quién, como Geles (Mª Ángeles Ortí), se fumaba encima con el paso de las horas. Las habitaciones son algo más que dignas, y lo que han ahorrado en espejos se lo han gastado en biblias.

Aunque Ramón Cánovas tiene casa en Madrid, el Padre José Sesma le obligó a hospedarse con nosotros: por la mañana decía con una sonrisa de oreja a oreja: “He dormido como un chaval”.

Josito (José Luís Segovia), en el reparto de carpetas, inmediatamente me ubicó:
- ¿Tú de dónde eres...?
- De Valencia... Obra Mercedaria.
- ¡Hombre... qué bien...! -Enseguida:- ¡Geles! ¿Quién más viene?
- Dayana.
- No sé quién es...
- Sí, estuvo en el curso de mediación penitenciaria.

Dayana Fernández ha sido un descubrimiento, no solo porque sea caribeña, y sea guapa -res ipsa loquitur- sino porque es profesa de su profesión de abogado. Persona amable, participativa...

De Geles qué puedo decir que no se sepa ya. Me sorprendió su capacidad de escucha, es enorme; se nota en lo que trabaja.

Departimos mesa con Ramón Cánovas -el antiguo Director del Centro Penitenciario de Valencia- que también es valenciano: aquí no se pueden contar todas las anécdotas que refirió este grandísimo profesional de prisiones. Solo una: en cierta ocasión, siendo responsable de los Servicios Sociales Penitenciarios en la Dirección General de Prisiones (por los años 80) tuvo que mandar trasladaran en ambulancia a un enfermo al hospital, proveyendo de cantidad suficiente de dinero a los encargados de su traslado... y, mediante el operativo de custodia que montó la guardia civil, se pudo constatar y de ello se le informó que “las personas encargadas del traslado se habían dejado al enfermo en la ambulancia y se habían metido en un bar de alterne a fundirse la pasta que les habían dado”.

Comienza la jornada: Andrés Martínez Arrieta. Magistrado del Tribunal Supremo. Más conchas que un galápago, amigo de Josito, se sabe muy bien su oficio, y … dura lex, sed lex. Que no sabe para que está en la Constitución eso de la reinserción social... que no debería de estar.

Privilegio para mí: poderle preguntar en vivo y en directo qué ha pasado con la prescripción penal en la reforma del Código (cosa que ha llevado a compañeros suyos a encausar a jueces de instrucción por no aplicar los criterios de la Sala, y donde el Constitucional dijo que no decía, y luego dijo...). Respuesta: se ha tratado de contentar a unos y a otros... sonrisa explicativa de “no se ha resuelto nada”.

Manuela Carmena, Presidenta de la Sección XVII de la Audiencia Provincial de Madrid, jubilada. Rajó cantidad y calidad. Hasta tal punto que el mejor resumen de su charla fue, acto seguido de acabar, aquella compañera de Madrid que levantó la mano y dijo:
- ¿Y todo eso lo saben los otros jueces...?

Nos incitó, sin ningún rubor, a propiciar la cadena internet-prensa-Consejo General como única vía de remover viejas estructuras. El coloquio fue tan sabroso que un chaval que había allí a mi lado, alzando tímidamente el dedo tuvo que decir:
- ¡Eh!, ¡Que yo soy juez...!.

Era Florencio. Me reconcilió con la judicatura, porque tiene mérito que se apunte de oyente un juez, a un foro como éste. Lo que pasa es que acudió a la misa, y eso no es por casualidad. El Padre Sesma lo obsequió con una mini homilía sobre el hijo pródigo que estuvo especialmente dedicada a él. Luego le dije:
- ¡Venga, Señoría, que te voy a hacer un cohecho pasivo impropio!
Y lo invité a desayunar. Después él pagó el taxi de vuelta a la estación.

Retomemos a Manuela Carmena. Figura señera, quijotesca, solitaria luchadora de la justicia en la justicia. Me congratuló mucho que fuera autora de la Carta de los Derechos de los Ciudadanos ante la Justicia. Desgraciadamente tan feliz intento sigue siendo proposición no de ley, y por ende, pende.

Ya que tanto hablaba de la persona, me interesé por su concepción al respecto, pero ella me practicó a mí la indagatoria previa. La verdad es que no oí lo que esperaba, y le dije que para mí, la concepción materialista de la persona es el agua de la que nos vienen estos lodos, y que si la concepción de la persona que se tiene no está abierta a la trascendencia, estamos perdidos. Un vasco me felicitó por esta intervención, pero no tiene mucho mérito porque al día siguiente vi que recitaba laudes sin mirar al libro.

En la cena nos confabulamos Sesma, Ramón y yo para intentar ver el partido de España.
En todos los conventos hay una tele; ahora... que funcione, ya es otra cosa. Sin embargo fuimos capaces, con la inestimable ayuda de una novicia, de resintonizar el chisme de la TDT y ver el partido. Por cierto que, aunque las hermanas sean del Padre Francisco, no son muy ajenas a la regla de San Benito, ya que el vino nunca faltó en la mesa.

Pilar Luna Jiménez de Parga. Adalid de los intérpretes. Ninguna tontería es que uno se entere, cuando lo están juzgando, de qué es lo que pasa allí. Cosa que, a mon avís, no debe suceder casi nunca, visto lo que contó. Graciosísima, la señora, pero con un criterio del referido derecho fundamental, muy alambicado.

Básicamente sostiene que traducir, e interpretar lenguas es algo muy vinculado a la cultura: así no es posible tener intérpretes de todas las lenguas africanas, aunque sí que haya conocedores de la fonética. Lo ilustró con el caso del moro que viola a una mora, y ella lo mete en la cárcel. Al día siguiente aparece la mora y le pide un vis a vis. ¡¿Cómo?!, ¿Con el que te ha violado...?

Pero entonces el intérprete le dijo que, en realidad lo que pasaba es que, para su cultura tribal la había deshonrado, y que necesitaba estar un día casada con él, y luego divorciarse, y así ya no pasaba nada, podía volver a su gente...

Problema metaforense: el servicio de intérpretes judiciales no lo presta el Ministerio, sino la Comunidad de Madrid. Esta lo ha licitado, y quien se ha quedado la contrata cobra a 50 € la hora, pero paga al intérprete 10.

Paqui Lozano. Vino con una criatura en brazos, y otra en su seno. ¡Ole mi Paqui! Enhorabuena, y que cunda. Ella es de esas personas que inician algo, persisten en el empeño, y luego, con el paso del tiempo, aguantando la soledad de la gélida travesía, su magnífica labor se convierte en eso que parecía evidente que debió existir siempre. Y algo así creo yo que va a pasar con Paqui y la mediación penitenciaria.

Pero triunfó: el egregio representante de Instituciones le dijo que hiciera un modelo que se pueda proponer como protocolo alternativo en el manual de operaciones... Lo cual viene a querer decir: lo que has dicho me gusta, y me parece tan conveniente, que la Subdirección General debe intentar ponerlo en práctica.

Enhorabuena, Josito, ya has amortizado la Jornada.

Resumen: el padre Sesma es como la buena decoración, está tan acertada que casi pasa desapercibida. AVE, sabor a poco, post-gusto en la vuelta a casa. Llevo en la maleta una revisión de grado. Enorme satisfacción por la amable invitación del Padre Javier Palomares, que me da la oportunidad de contarlo...

Mariano Jiménez, letrado y voluntario del SEPVAL

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