Transcribimos una carta que ha recibido un voluntario de la Pastoral Penitenciaria de un interno al que está asesorando jurídicamente de forma gratuita. Nos alegramos de tener a personas de esta altura que dignifican la vida de los privados de libertad y dan una buena imagen de esta Iglesia que libera y anima. GRACIAS.
26 –
Julio – 2012 , hora 23,30
Estimado
Amigo mío
Te
deseo Salud y ganas de seguir viviendo realizando obras De Nuestro Señor.
Permítame
llamarte amigo, porque la verdad en mi miserable vida, rebusco en mi memoria, y
sólo encuentro el vacío, aparte del cariño de mi querida Madre que en gloria
está de esto hace 12 años, pues la única que me dio cariño y me enseñó a
querer, y, después nada. Eso sí mis conocidos son muchos, mis amigos pocos, el
que realmente me conoce, menos aún.
Y yo
creo que tú, amigo mío, me conoces realmente. Sé perfectamente que estoy
hablando con un hombre culto y preparado, con objetivo claro en su vida y con
mucha fuerza de voluntad para realizarlo, y como yo no estoy acostumbrado a
tratar con personas como tú y de tu talla y calibre gente sana y pura, pues te
hablo con el corazón en la mano. No sé qué daría yo para cambiar el curso de
esta vida que he llevado, pero como decimos vulgarmente, a lo hecho pecho.
Ya
dentro nada cumpliré los 40 años, y deseo parar y pensar, pero muy atentamente
qué voy a hacer con lo que me queda de vida, y espero y deseo que sea algo
bueno.
No sé
cómo, pero muchas veces pienso en ti y digo: esto es el tipo de amistades que
tenía que tener. Sólo espero estés bien y que le des un fuerte apretón de mano
al Padre Javier de mi parte. Esto de escribir ya está pasado de moda, pero no
puedo mandarte un S.M.S ni nada por el estilo. Sólo estas letras y si me
permites te escribiré de vez en cuando, es que me encanta pero no tengo a nadie
a quién.
Cordialmente,
G.C.
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