lunes, 13 de agosto de 2012

Carta a un amigo

Transcribimos una carta que ha recibido un voluntario de la Pastoral Penitenciaria de un interno al que está asesorando jurídicamente de forma gratuita. Nos alegramos de tener a personas de esta altura que dignifican la vida de los privados de libertad y dan una buena imagen de esta Iglesia que libera y anima. GRACIAS.

26 – Julio – 2012 , hora 23,30

Estimado Amigo mío

Te deseo Salud y ganas de seguir viviendo realizando obras De Nuestro Señor.

Permítame llamarte amigo, porque la verdad en mi miserable vida, rebusco en mi memoria, y sólo encuentro el vacío, aparte del cariño de mi querida Madre que en gloria está de esto hace 12 años, pues la única que me dio cariño y me enseñó a querer, y, después nada. Eso sí mis conocidos son muchos, mis amigos pocos, el que realmente me conoce, menos aún.

Y yo creo que tú, amigo mío, me conoces realmente. Sé perfectamente que estoy hablando con un hombre culto y preparado, con objetivo claro en su vida y con mucha fuerza de voluntad para realizarlo, y como yo no estoy acostumbrado a tratar con personas como tú y de tu talla y calibre gente sana y pura, pues te hablo con el corazón en la mano. No sé qué daría yo para cambiar el curso de esta vida que he llevado, pero como decimos vulgarmente, a lo hecho pecho.

Ya dentro nada cumpliré los 40 años, y deseo parar y pensar, pero muy atentamente qué voy a hacer con lo que me queda de vida, y espero y deseo que sea algo bueno.

No sé cómo, pero muchas veces pienso en ti y digo: esto es el tipo de amistades que tenía que tener. Sólo espero estés bien y que le des un fuerte apretón de mano al Padre Javier de mi parte. Esto de escribir ya está pasado de moda, pero no puedo mandarte un S.M.S ni nada por el estilo. Sólo estas letras y si me permites te escribiré de vez en cuando, es que me encanta pero no tengo a nadie a quién.

Cordialmente,

G.C.

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