lunes, 16 de abril de 2012

Algo ha cambiado en la prisión en esta Semana Santa

Compartir lo vivido esta Semana Santa, acompañada y acompañando en el Centro Penitenciario, a los internos de la prisión, a sacerdotes de la Pastoral Penitenciaria y voluntarios, es para mí el paso final de estos días. Por eso me atrevo a decir, en este medio, nuevo para mí,  algunas cosas que guardo en mi corazón. 

El Martes Santo, viendo la  película de «Tomás» en un ambiente de silencio que impresionaba, me  vino a la mente una oración: “Señor, ayúdame a mirar con amor, a descubrirte en el silencio, ayúdame a mirar con amor, a ver las cosas, como Tú las ves”. Si, era muy fácil descubrir a Dios presente en ese silencio de más de 100 hermanos, carentes de libertad, totalmente atentos a los sentimientos del Apóstol Tomás, por el cuerpo del Maestro, en medio de sus dudas. Mientras tanto, otra escena, igualmente conmovedora iba ocurriendo en el salón; el Padre Javier, en un discreto lugar iba recibiendo a cuantos querían confesarse, y una siente que su débil fe se hace más fuerte y más agradecida porque Jesús, en los sacerdotes de hoy, continúa haciendo los mismos gestos de amor misericordioso que realizó ante los suyos, y les decía “Yo he venido para que tengan vida y vida en abundancia…”  

El Jueves Santo fue un día tan completo: el Vía Crucis, conmovedor, resonaba por todo el establecimiento penitenciario, y no era menor, pensaba yo, la resonancia que iría teniendo en el corazón de cuantos acompañábamos la procesión o la esperábamos en nuestro módulo correspondiente. Uno de los internos, al contemplar la imagen, fijó sus ojos en los de Jesús y le cantó una saeta ¡era su oración! que escuchamos sobrecogidos. ¡Cuántas cosas habrá dicho ese Jesús despojado y atado a nuestros hermanos que viven entre  rejas!; ¡Imposible olvidarlo, imposible seguir mirando a Jesús doliente sin pedirle la liberación de tantas cosas que atan por fuera y por dentro y nos atan a todos!

Por la tarde, como nos decía el Padre Javier, fue un privilegio celebrar la Eucaristía en esa hora que nos acercaba a la hora de la última Cena de Jesús. Todo fue vivido con intensidad. El gesto de servicio de Jesús y sus palabras “…lavaos también vosotros los pies, unos a los otros” refuerza mi vocación de servicio en el mundo.

El Viernes Santo, una mañana para mirar a Jesús, el justo e inocente maltratado, desecho de los hombres, varón de dolores,  fue Él, el que cargó con los pecados.. todos nosotros andábamos errantes… fue maltratado, pero él se sometió, no abrió la boca, como cordero llevado al matadero…

Así, con la hondura de esta canción, el Padre Javier nos introdujo en la escucha de la Pasión maravillosamente leída por un interno y una interna. Vino la adoración de la Cruz. La escena que contemplé me decía: Dios está aquí, si está actúa y si actúa cambia. Algo  ha  cambiado  en  Picassent  en esta Semana Santa.

DOMINGO DE PASCUA ¡JESÚS  HA   RESUCITADO!  ESTE ES  EL  DÍA  MÁS  FELIZ DE LA HISTORIA.  Una Eucaristía gozosa, Jesús Vive para siempre una NUEVA VIDA.  Fiesta, canción, gozo, súplica a Jesús Resucitado, para que la Eucaristía siga siendo siempre la fuerza que nos ayude a vivir como hombres y mujeres Nuevas.
Hna. Fina Siles, Religiosa Salesiana
Voluntaria del SEPVAL en el programa P.O.P.

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