miércoles, 11 de abril de 2012

¡RESTAURACIÓN!

¡Oh Dios restáuranos/.
Que brille tu rostro y nos salve.
                                 (Salmo 80)
No, no me he equivocado. La RESURRECCIÓN la celebraremos mañana en el Centro Penitenciario de Valencia situado en Picassent, pero ante una invitación, me llena de gozo compartir con otros mi vivencia de la Semana Santa de este Año de Gracia 2012, para mí.
Todos, y no digo las que contamos por decenas nuestros años, hemos recibido a lo largo de nuestra vida golpes, rasguños, tropiezos con heridas, traiciones, incomprensiones, infidelidades… que nos han dejado huella. Tenemos en nuestro cuerpo, y quizás también en el corazón, cicatrices, desconfianzas, DOLOR… Y si queremos vernos bien, sentirnos plenas de paz y ser para los demás el rostro misericordioso de Jesús, no nos queda más remedio que “pasar por el quirófano” (En el mundillo de ahí fuera, en la sociedad hedonista y del relumbrón, esas prácticas nos sorprenden por su efectividad).
Restaurar. Primero descubrir dónde debe incidir el bisturí y después no tener miedo y mucha dosis de esperanza y confianza en el cirujano y su equipo. Es igualmente importante la preparación, el quirófano y la de rehabilitación…
Ha habido etapa larga de preparación con duda, temores e inseguridades… y tiene que venir la rehabilitación… Hoy sólo quiero incidir en los equipos restauradores y en el quirófano.
El equipo ha sido numeroso: yo misma (tienes que sentirte necesitada de restauración y aceptar los medios), personas que me quieren y acompañan, Geles, P. Javier, P. Mariano, Jorge (no es conocido en nuestro ambiente, pero sería una buena adquisición), voluntarios que día a día me sorprendéis y vosotros internos que muchos no me conocéis y que tampoco os conozco… pero que estáis ahí y sois parte importantísima en mi «quirófano de Picassent». Sin vosotros, seguro que habría sido más difícil.
Al principio de mi comunicación he escrito unos versículos del salmo 80:
                  ¡Oh Dios restáuranos/.
                Que brille tu rostro y nos salve.
Dios, Padre-Madre, lleno de misericordia es el cirujano
Todo está a punto. ¿La hora? A veces cuando menos la esperas…
El instrumental para la intervención es inmejorable:
 - Domingo de Ramos donde aclamamos a Jesús como nuestro Rey, la persona más importante para nosotros. La que da sentido a mi ser y a mis opciones en la vida.
- Revivir la Pasión de Jesús en silencio, con algún suspiro entrecortado, nuestros ojos fijos en los fotogramas y brillantes por las lágrimas que queríamos contener, respeto y fervor.
- El lavatorio de los pies, trabajo de siervos, y el beso de quien representaba a Jesús, a vosotros, que queríais ser sus seguidores, sus discípulos, sus apóstoles.
- La oración sentida y profunda por tantas situaciones que queremos que Dios restaure en el mundo, en vuestras familias y amigos, en vosotros mismos.
- El encuentro y diálogo personal con Jesús crucificado de cada uno de nosotros conmovió mis entrañas… Mi mirada, en continua actividad, iba y venía de vuestros ojos a los de Jesús y luego cerrando los míos los convertía en oración y gratitud. No sentía dolor, el cirujano era hábil y el resultado de la restauración lo preveía como un éxito.
Volví a casa y continué en oración mientras “me iba despertando”,  a la espera de encontrarme de nuevo con vosotros para gritar juntos ¡Aleluya, Cristo ha Resucitado! Cristo nos ha salvado y el brillo de su rostro es la antorcha que orienta el camino de mi y nuestra rehabilitación.
Gracias. Os quiero muchísimo.
Hna. Margarita García, religiosa salesiana
Colaboradora del SEPVAL

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