martes, 23 de agosto de 2011

Domingo 21: Fin de la JMJ y regreso a nuestra diócesis

Ayer nos acostamos tarde y cansados. Hemos descansado 'en seco', pero los cuerpos no están para madrugar mucho (7 horas en el aeródromo) y volver a Cuatro Vientos (casi una hora de metro más los 40' andando). La verdad que fue una jornada intensa. Nos quedamos con las ganas de volver a ver al Papa en directo pero las cosas salieron así. Lo medio solucionamos encendiendo los televisores de la casa de Ana y Óscar para seguir la Eucaristía. 

Óscar nos sorprende con churros y porras. Ana prepara un chocolate caliente exquisito. Son una bendición estos dos mozos. Desayunamos y nos sentamos alrededor del televisor del comedor. En la cocina había una tele pequeña para que los fumadores fueran allí. Estamos impresionados con la bonita ceremonia, los cantos, los idiomas, las imágenes espectaculares, la homilía corta pero clara de Benedicto. Alguno se lamenta por no estar físicamente delante de él pero entiende que las circunstancias son estas y que tomar decisiones implica asumir consecuencias.

Como no asistimos físicamente a misa acordamos que finalizaremos la peregrinación en Silla, participando en la misa de 20 h. Tras escuchar el lugar de la próxima Jornada Mundial de la Juventud, nos pusimos en camino dirección Valencia para no encontrar mucho atasco en la carretera.

Paramos en el pantano de Contreras a comer la comida que habíamos preparado y que aún nos quedaba del pícnic de la JMJ. Frente a un río espectacular, de agua cristalina y corriente embravecida, pudimos degustar la comida y demás cosillas que nos dieron. Tras unos minutos de contemplación de las maravillas del Señor nos dirigimos hacia la Parroquia de San Nicolás de Requena.

Dimos una vuelta por el casco antiguo de la ciudad hasta que hayamos la iglesia. Nos esperaba el P. Mauricio, vicario de San Nicolás y no sé cuantas aldeas más, junto a un matrimonio, catequistas de la parroquia. En el emblemático templo, junto a la patrona de Requena, la Virgen de los Dolores y el patrón, San Nicolás, tuvimos un rato prolongado de oración de Acción de gracias por los días vividos. Los peregrinos se soltaron y comenzaron a dar gracias por la experiencia, las personas que se han encontrado, los mensajes que han recibido, la acogida... También la catequista les animó a seguir adelante con unas palabras entrañables surgidas de lo hondo de su corazón e inspiradas por el Espíritu Santo.

Al concluir esta bonita oración el P. Mauricio nos dio las gracias, en nombre de D. Arturo, párroco y Vicario Episcopal, por haber elegido Requena como lugar de parada para descansar físicamente y en el Señor y nos invitó a unos granizados y refrescos, gesto que nos vino de perlas y que agradecimos sinceramente.

Con el cuerpo y el alama 'a tono' nos dirigimos a la parroquia de San Roque de Silla, donde participamos en la Eucaristía. Presidió el párroco D. Antonio Ferrando, que también es capellán del Centro Penitenciario y concelebró el P. Javier. Tras la homilía D. Antonio pidió al P. Javier que explicase brevemente la experiencia y así lo hizo. Y tras la comunión, nuestro hermano D., valiente él, subió al ambón para explicar su vivencia. Todos percibieron que veníamos llenos de Dios, contentos, pero también cansados. A la misa se unieron Paco, Pepita, Pepe, María, Geles y Andrés que nos acompañaron hasta la despedida. Gracias por estar ahí en el envío y en la acogida.

Se hace la hora de cenar y tras la picaeta y los bocadillos llega el triste momento de la separación. Los ojillos de nuestros dos hermanos de régimen cerrado cambian, se nota la respiración más fuerte pero hay que volver. Los compañeros les animan y les acompañamos hasta la entrada de la Unidad de Preventivos. Lágrimas de emoción en algunos rostros. Lo bueno se acaba.

A la vuelta del Centro Penitenciario dejamos a J.L. en su casa y el resto de comitiva tomamos, ya en Valencia, el último refresco explicándole a Geles y Andrés, los responsables de Obra Mercedaria, todo lo que hemos podido vivir.

Se nos queda el corazón lleno de recuerdos y vivencias. El cuerpo está agotado. Pero debemos decir que valió la pena. Valió la pena apostar por estos jóvenes, por dar esta oportunidad única de convivir con más jóvenes esta experiencia de comunión. 'No estamos solos', 'nos somos bichos raros', comentaban los peregrinos.

Pilas cargadas para mucho tiempo. Ojalá el testimonio de cada uno vaya animando a otros jóvenes a seguir, como nosotros, los pasos de Jesús. Y como dice un canto de nuestro cancionero: ¿cómo podré agradecer tanta bendición? ¿cómo podré responder a tu amor? El Espíritu Santo nos iluminará para poder realizar nuestro proyecto de vida.

Gracias a todos los que habéis hecho posible esta gran experiencia. Esperamos no habernos dejado a nadie en el tintero. Y, sobretodo, gracias a Dios que no ha cesado de cuidarnos, mimarnos y bendecirnos.

Informó: RadioclaustroJMJ

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