lunes, 22 de agosto de 2011

Sábado 20: Visita a Madrid y participación en la Vigilia de Oración en Cuatro Vientos





Ha amanecido. El sol nos dice que hay que levantarse. Estrenamos un nuevo día. Nos aseamos y desayunamos (nos agasajan porque sobran desayunos) en el colegio Santa Elena de Villarejo y montados en la furgoneta iniciamos nuestra oración compartida. Nos hemos puesto en manos de Dios presentándole el día de hoy que seguramente será intenso. Nos dirigimos a una estación de metro cercana al aeródromo de Cuatro Vientos. 

Desde Batán (metro) nos desplazamos al centro de la urbe. Recorrido mañanero: (1) Atocha, (2) Museo del Prado, (3) Plaza de Neptuno, (4) Plaza Cibeles, (5) C/Alcalá, (6) Puerta del Sol, (7) Ayuntamiento de Madrid, (8) Plaza Mayor, (9) Cripta de la Almudena, (10) Palacio Real y metro.

1. Ayer nos fuimos por esta estación. Hoy llegamos por la misma.
2. Hemos visitado bastantes salas del museo pero es imposible acabarlo. La cabeza nos da vueltas con tanto cuadro. Maravilloso, espectacular, increíble la riqueza que hay allí dentro de obras de arte. Nos hemos emocionado con las obras invitadas con motivo de la JMJ y, sobretodo, al ver en vivo los lienzos que en sociales o historia del arte aprendimos.
3. Foto de rigor.
4. Comprobamos lo cerca que estuvimos del Papa y foto de rigor.
5. Tomamos un refresco: calor y más calor.
6. Nos acercamos al Km 0. Saludamos a la policía que custodia la plaza "por si algún peregrino saca la esterilla y acampa".
7. Preciosa fachada.
8. Nos maravillamos del esplendor de la plaza y comemos en uno de los bares colindantes.
9. Seguimos adelante y visitamos la cripta de la catedral de la Almudena que era lo único que estaba abierto. Como la temperatura era la perfecta algunos aprovechamos para meditar profundamente... La verdad es que es muy bonita e impresiona.
10. Saliendo de la Cripta, casualidad de las casualidades, nos encontramos andando por la calle a D. Carlos Osoro. Nos despedimos de él para irnos al aeródromo, destino de nuestra ruta.

Tardamos en poder tomar el metro hacia Cuatro Vientos. Los trenes llegan repletos de peregrinos. Por fin podemos tomar uno y sumarnos a la 'gran masa'. Los peregrinos no damos crédito a lo que vemos: un río de gente que no para, todos hacia un mismo destino. Al paso por las viviendas cercanas al aeródromo nos van tirando agua los vecinos conscientes del bochorno que vivimos. Tras más de media hora caminando, por fin, llegamos a Cuatro Vientos. Pero... ¡sorpresa! Aún hay que andar más.

Buscamos la zona que nos habían asignado y comprobamos que está llena. Las expectativas de participación se han desbordado. Nos toca ubicarnos en otro lugar fuera del plano previsto. Una vez colocados sacos de dormir en el suelo comprobamos que acabamos de 'acampar' delante de un furgón de la policía nacional: ¡qué coincidencia!

V. y J. se acercan con el P. Javier todo lo que pueden para poder seguir la vigilia de oración ya que donde estamos no tenemos pantalla ni se oye bien la megafonía. Emocionados seguimos los cantos, las actuaciones previas a la presencia de Benedicto XVI... y nos hacen salir del pasillo donde estábamos. Faltaba poco para que llegase el Papa.

A partir de ahí fue todo emoción y recogimiento. 'Se me han puesto los pelos de punta al ver cómo entraba la misma cruz que yo llevé en la cárcel', decía J. 'Me he emocionado mucho al ver tan de cerca al Papa', comentaba V. Y realmente estremecía tanta gente en silencio, orando, cantando, aplaudiendo, animando a Benedicto, hasta que aparecieron los truenos, relámpagos, rayos, viento impetuoso, lluvia y hasta un poco de granizo.

La situación nos hizo correr hacia la zona de acampada para unirnos al resto de expedición. Tras más de 20 minutos caminando (así de largas eran las distancias del aeródromo) nos reencontramos con los compañeros de viaje. Estamos todos mojados. Algunos más que otros. Los sacos mojados, las esterillas... Nos refugiamos bajo el colchón hinchable como pudimos. Una chica australiana se une a nosotros porque no tenía cobijo. Una carpa donde rezaban los jóvenes es arrancada de cuajo por el fuerte viento. El caos no altera a la masa. Algunos peregrinos deciden marchar.

Tras hablar con los chicos decidimos abandonar el aeródromo: no sólo estamos mojados, sino que 3 de ellos tienen un dolor fuerte de cabeza. Para evitar males mayores pedimos ayuda a la pareja mencionada ayer, Ana y Óscar y nos trasladamos a su casa para pasar la noche. Nos reciben con los brazos abiertos y se portan como auténticos hospederos. Invadimos su casa para poder hacer noche, tras lavarnos y secarnos, y cambiarnos de ropa. 

Junto a Óscar y Ana cenamos del pícnic que nos habían dado. Estábamos realmente agotados. Preparamos las camas y dimos gracias a Dios por la solución que hayamos. La verdad es que podemos decir que Dios ha estado obrando continuamente en estos días de convivencia.

Informó: RadioclaustroJMJ

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